Pilar Gómez Ordóñez | Descargar PDF
A la sombra de un farol (Málaga, Diputación Provincial, 2006) ha recogido cuatro libros escritos por José Luis Baca Osorio, a lo largo de casi 20 años, completamente al margen de los “ambientes literarios”, y hasta, o casi, al margen de la literatura entendida como institución. En sentido estricto, y ajenos a la dicotomía de Schiller, estos libros son, los cuatro, “poesía ingenua y sentimental”… No se trata aquí sin embargo, quede claro, de poesía “popular” o popularizante, sino de poesía abierta y sencilla, que tiene mucho de desahogo y cuyas referencias intra y extra literarias, de las que no carece, son patrimonio harto común y por así decirlo “están en el ambiente”. Esto, si bien puede provocar el rechazo de los amantes de exquisiteces, honduras o sutilidades, puede igualmente despertar ecos (y acaso voces) en lectores no habituales de poesía, ecos que pueden servir de puerta y abrir caminos… La poesía -lo han repetido grandes poetas- es mansión de muchas habitaciones, y, aunque se puede empezar a recorrer desde cualquiera de ellas, libros como éste quizá sean un buen portalón de entrada. Hay que saludar además en este libro, porque entre ellos es uno de los mejores, otros muchos que son también hijos de una labor callada, consoladora y raramente reconocida de autores (casi) anónimos. Recordarlos es también un conveniente ejercicio de humildad y respeto.
Este volumen de más de doscientas y bien aprovechadas páginas, contiene, además del que le da título, los libros Solo las pisadas fueron cristal, De la luz de tus ojos y Cristal. Especie de autobiografía paralela, de recuento o diario íntimo, pero pudoroso, estos poemas pueden ser leídos sin que ningún sujeto se nos imponga. Las referencias íntimas, aun si tienen nombre propio, y la sinceridad más estricta conviven en ellos con la discreción. Escritos a partir de 1979 hasta prácticamente la fecha de su publicación, con un significativo hiato de ocho años entre Cristal y A la sombra de un farol, su autor ha relatado certeramente, en un prólogo escueto cuya sencilla honestidad llega a ser conmovedora, el recorrido vital de que dan testimonio. A propósito del último escribe: “Ocho años sin escribir es mucho tiempo […] es un reencuentro conmigo mismo, con la poesía […] Es quizás el más negro de mis libros”. Una elegía lo cierra en efecto, pero lo que se persigue es “afianzar el amor por encima de todo y volver a idealizar lo que tengo en mis manos”. Sorprende desde luego en el título un tanto extraño del libro que el farol no aparezca como la fuente de luz que inevitablemente es, sino asociado a la sombra que inevitablemente también proyecta.
Un sentido espontáneo del ritmo, tanto más sorprendente cuanto que ignoran o desconocen la versificación convencional, una notoria autenticidad emocional y, pese a lo convencional de los temas y las anécdotas, una indiscutible frescura sentimental caracterizan estos poemas, moldeados sin duda con un “poco oficio”, en el que acaso radique su mayor encanto. Orientados hacia el autoconocimiento, estos poemas tienen también algo de confesión y de ahí su directa y comunicable emotividad. Dios, el amor, la naturaleza y más tarde la muerte, pero también aspectos de la vida cotidiana, y sobre todo familiar, o la preocupación social, o simplemente el sentimiento humanitario son sus temas: temas de siempre tratados con humildad y sencillez. Pero no sin acierto ni hallazgos, a veces de sorprendente brillantez, penetración y hasta hermética modernidad: “El lugar / es indómito / y está perdido”. Una rigurosa selección y organización de los poemas y la depuración de muchos versos expletivos habrían dado un poemario muy convincente para los lectores oficiales de poesía, a los que desde luego su autor no se dirige. A destacar, además, una sorprendente variedad de registros (incluso el meta poético como en la serie “Diálogos en el silencio”) y la gracia de una sensibilidad casi adolescente pero sin impostación.
Cuatro libros (los de la primera juventud, pero no olvidemos que ésta es la parte más intensa de la vida y para una poesía ajena a las preocupaciones formales y al culturalismo puede ser también la más interesante) han permanecido inéditos. Sería de desear una muestra de ellos. Así como de los poemas que sin duda sigue José Luis escribiendo. No me atrevo a decidir si convendría que el autor se esforzarse más por el pulimiento y la elaboración de sus palabras, pues aunque no me cabe duda de que en términos institucionales asistiríamos a poemarios homologables a muchos que pasan por muy notables, acaso perderían estas palabras una parte sustanciosa de la gracia que las hace valiosas para muchas gentes.
Materia - Compulsión
Fumando espero o el tabaco es sagrado. Judit Bembibre Serrano y Lorenzo Higueras Cortés
La soberanía del consumidor. Antonio Martínez López
Compulsión y extremismo político. Carlos Almira Picazo
Materia - Eliade
Eliade y la antropología. José Antonio González Alcantud
Antropología y religión en el pensamiento de Mircea Eliade. Pedro Gómez García
Mito y sentido en Mircea Eliade. Una crítica fenomenológica. José Eugenio Zapardiel Arteaga
Chamanismo y psicopatología. Lorenzo Higueras Cortés
Mircea Eliade, el novelista. Constantin Sorin Catrinescu
Varia
El concepto de lo impolítico. Javier de la Higuera
Divagaciones semióticas. Mirko Lampis
Al Andalus: meta o mito de Al Qaeda. Tomás Navarro
Del inconsciente óptico al síntoma. Cine & Psicoanálisis hoy. José Luis Chacón
Galería
Lecturas y relecturas
Il dissoluto punito, ossia Don Giovanni Tenorio de Ramón Carnicer. Francisco José Comino Crespo
Veinticinco años de la última poesía hispánica. Mariano Benavente Macías
La Tempestad Serena de José Gutiérrez. Mamen Cuevas
José Luis Baca Osorio. Cuatro libros en uno. Pilar Gómez Ordoñez
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