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EGM.
septiembre 2017 /
Publicación semestral. ISSN:1988-3927. Número 21, septiembre 2017.

La fuerza de la imagen. Documentación para el conocimiento y conservación del patrimonio en el Palacio de Pedro I del Real Alcázar de Sevilla

Carmen Moral Ruiz

Carmen Moral Ruiz1

 

Resumen. En la búsqueda de la protección de nuestro patrimonio, se persigue la profundización en los campos interdisciplinares que permiten la investigación pormenorizada de los elementos que aportan un valor documental. El Palacio de Pedro I se concibe ya desde su construcción con una entidad propia apoyada en influencias islámicas. A lo largo de los siglos, se han sucedido numerosas modificaciones ante su continuo uso por la Corona y su importancia dentro del entorno sevillano. El estudio comparativo de la fotografía histórica y de la documentación gráfica actual ayuda a la comprensión de tal modificación de los espacios que conforman la edificación. Esta comparativa, unida a la información que aportan las diversas disciplinas que tienen cabida en los estudios del patrimonio edificado, deriva en una mejor conservación del patrimonio a través de las imágenes. 

Palabras clave: Historia del Arte, patrimonio, conservación, fotogrametría, Palacio de Pedro I, Real Alcázar de Sevilla

Abstract. With the aim of protecting our heritage, we should go in depth on the interdisciplinary fields. Those areas allow the further development of documentary elements. The Palacio of Pedro I was constructed with a separate entity supported by Islamic influences. Over the centuries, the Palace has undergone subsequent modifications because of normal conditions of use by the crown and its importance in the Seville environment. The comparative study between the historic and current photography of the palace, contributes to an understanding of the historical development of this building. This comparison, linked with the information obtained by other disciplines, led to better conservation of heritage through the graphic documentation.

Keywords: History of Art, heritage, conservation, photogrammetry, Palacio of Pedro I, Real Alcázar of Seville

 

Introducción

Existen numerosos factores que inciden sobre la eficacia de los estudios del patrimonio cultural. Estos condicionantes se encuentran vinculados a las limitaciones procedentes de las disciplinas que regulan cada uno de los tipos de patrimonio. Las investigaciones que se generan en torno a la conservación y restauración de los bienes culturales deben partir de la documentación ofrecida por las diversas metodologías que tienen cabida en el estudio del bien. En el caso del patrimonio edificado, se incluye una amplia variedad de especialistas de diversas disciplinas que deben aportar la información necesaria para una correcta conservación de tales bienes. De esta forma, se realizarían trabajos novedosos en los que se valorarán las nuevas conexiones entre áreas de estudio que darán lugar a un conocimiento más profundo de las edificaciones patrimoniales.

En la actualidad, pues, se considera imprescindible aunar metodologías que proceden de diversas disciplinas, de manera que se pueda profundizar en la riqueza y eficacia de los estudios de cualquier campo. En el caso del patrimonio arquitectónico, no se debe relacionar su conservación con un proceso de restauración (Almagro Vidal, 2005), ya que la misma documentación supone una mejor conservación de dicho patrimonio. Esta documentación y seguimiento del bien conllevaría una reducción de los niveles necesarios de intervención, ya que serían de menor entidad al encontrarse controlados. Si no se produjeran las oportunas documentaciones previas, sería correcto suponer que esta carencia iría en detrimento del referido proceso de conservación del bien. Así pues, es necesario recoger una serie de elementos metodológicos que, basados en la imagen, motivarían una mejor documentación y, de esta forma, una mejor conservación. 

El Palacio de Pedro I en los Reales Alcázares de Sevilla es un ejemplo representativo de la problemática de conservación unida al acondicionamiento para el uso por parte de la Corona. La evolución que ha experimentado este palacio desde su construcción hasta la actualidad hace que cuente con un corpus muy extenso de documentación tanto gráfica como textual. En dicha documentación participarían diversos campos de estudio como la Arquitectura, la Arqueología y la Historia, que se unirían a las ciencias experimentales, atendiendo a la creciente necesidad de comprensión de una edificación en sus diversas dimensiones, tal y como establece Azkarate citando a González (Azkarate, 2002), cuando habla de las tres dimensiones que se han de considerar en el patrimonio arquitectónico: la dimensión documental, la arquitectónica y la significativa.

 

La conservación más allá de la intervención

La importancia de tomar como base un estudio pormenorizado de todos los elementos que conforman una edificación, desde su técnica constructiva a su ornamentación, se basa en que cada elemento queda irremediablemente unido al devenir histórico y a los cambios de uso y función del conjunto en que se inserta. Es esta interrelación la que nos orienta hacia una correcta comprensión de su proceso de transformación. La visión del monumento como espacio donde se desarrolla una vida, vida que se encuentra en constante cambio, hace necesario dotar de valor a cada elemento añadido a la construcción que la define y que hace de ella un ejemplo único.

Azkarate (2002) recoge de Castilla del Pino el término restaurar para dotarlo de un significado que va más allá del concepto intervencionista y de recuperación material de un elemento. Ese concepto potencia el profundo conocimiento de una edificación para preservar una memoria. En la restauración de las construcciones históricas se debe considerar, por un lado, su valor como estructura arquitectónica y, por otro, como documento. Ambos puntos se unen en la necesidad de proteger todos esos añadidos documentales en contraposición con las posibles transformaciones que se consideren oportunas para llevar a cabo la conservación del bien (Latorre, Caballero, 1995). 

Se observarían dos posturas de cara a la conservación del patrimonio edificado: la que por un lado pretende proteger el documento histórico que es la edificación y, por otro, la que se dirige a la inclusión de adiciones o realización de modificaciones que, en algunos casos, podrían falsear la estructura original, estableciendo como argumento principal la utilidad de los espacios. Abordar la conservación desde una postura intermedia parte de la correcta documentación previa que daría lugar a un conocimiento profundo del bien. De esta forma se consigue protegerlo, a la vez que se le dota de una continuación funcional necesaria para su puesta en valor en la sociedad. 

A lo largo de la historia, las intervenciones que se realizaron en el patrimonio edificado incluyeron, en mayor o menor medida, adiciones que modificaron el aspecto y forma de estos bienes. Torres Balbás relacionada tales adiciones con lo que denominaba el valor arqueológico de un edificio con el cual revestía cualquier edificación patrimonial, considerando que los añadidos a la estructura original son primordiales para comprenderlo y apreciarlo (Latorre, Caballero, 1995). 

La edificación desde sus inicios está condicionada por unos elementos que Latorre y Caballero (1995) resumen en: forma, construcción, función y entorno. Estos podrían modificar su apariencia, al igual que pueden condicionar los añadidos debidos a futuras intervenciones. Dichas intervenciones, como en el caso del Alcázar de Sevilla estarían, a su vez, condicionadas por estos mismos factores, siendo fundamental el entorno que se vería determinado por la ubicación y la influencia de culturas previas, así como por la actual. Esta cuestión, que en algunos casos puede suponer una problemática en la conservación de la concepción inicial de la edificación, también le aporta un interés adicional en la medida en que habla de la historia propia del monumento y que tiene en el Alcázar de Sevilla un claro ejemplo, dado que debido a su uso por diversos reyes y dignatarios se ha visto modificado hasta llegar a lo que es en la actualidad.

Las relaciones entre conservación, documentación y restauración profundizan en la valoración del proceso constructivo de las edificaciones arquitectónicas, a través de investigaciones previas en las que se incluyen los documentos históricos y los levantamientos planimétricos o fotogramétricos, entre otros. De esta forma se podrían enfocar correctamente los procesos de restauración, valorando el estado real de conservación. 

Tomar la documentación como punto fundamental en la investigación y la conservación del patrimonio nos enfocaría hacia la estandarización y especialización de estudios de carácter interdisciplinar. Se justificaría en este sentido la unión de disciplinas y esfuerzos hacia esos proyectos interdisciplinares que se acercan, en un sentido más riguroso, a la forma de conocimiento global del ser humano de su entorno, sin parcelaciones. Por ello, se valora de forma positiva de cara al entendimiento del valor del patrimonio por parte de la sociedad el evitar el diseño y puesta en marcha de proyectos desde un punto de vista excesivamente jerarquizado y monodisciplinar que no acometerán actuaciones desde este punto de vista extensivo del conocimiento humano.

Las tecnologías aplicables al conocimiento del patrimonio que unen a distintas disciplinas hacen de la actualidad un momento idóneo para valorar metodologías transdisciplinares, que permitan ir más allá en las labores de conservación y restauración de dicho patrimonio. Si atendemos a un caso en concreto y empezamos a enumerar esas disciplinas que desvelarían las diferentes incógnitas que surjan en el transcurso del estudio, nos daremos cuenta de que muchas de ellas por separado podrán llegar a conclusiones que, bajo los preceptos de esa ciencia, sean veraces y demostrables. Pero también se puede llegar a la deducción de que, uniendo los diferentes resultados y valorándolos en conjunto y no por separado, alcanzaríamos conclusiones en las que no quedarían vacíos o cuestiones por resolver porque, en la mayoría de los casos, quedarían salvados por las disciplinas restantes. Pues bien, el problema de establecer este tipo de dinámicas en el momento presente puede provenir de la separación radical de tales disciplinas en los grados universitarios, extendiéndose de la misma forma hacia la formación de máster y doctorado. Para ello el desarrollo de metodologías integrales que ya se empiecen a conocer desde la etapa universitaria fomentaría las posibilidades de expansión de dichos criterios de cohesión y de revalorización de la transdisciplinariedad.

 

La documentación como medio de conservación y difusión

El patrimonio edificado, dentro del cual se encuentra el Palacio de Pedro I del Real Alcázar de Sevilla, cuenta con numerosos elementos que se han de conservar y que no son necesariamente de carácter material; se encuentran asociados a este y, en conjunto, dan lugar al valor que posee en la actualidad como bien cultural. Para que se permita una mejor difusión y conservación de los bienes que se pretenden documentar, debemos atender al objetivo que perseguimos para establecer la técnica adecuada a nuestros propósitos. Tal y como refiere Martín (2014), la documentación gráfica que se genera debe servir a propósitos relacionados con la investigación, la conservación y la difusión del patrimonio, siendo esta documentación una herramienta de trabajo para cada una de las áreas que puedan intervenir, en este caso, en el patrimonio edificado. 

El uso de la imagen a través del dibujo, la fotografía o la pintura ha sido desde los inicios de la Arquitectura un medio de conocimiento de la misma y, a su vez, de conservación (Almagro, 2004a). El hecho de documentar y analizar un bien patrimonial pasa no solo por el interés de conservar la materia que lo forma, sino por todos aquellos aspectos que componen la riqueza inmaterial que cada uno de los elementos aporta, lo que Almagro denomina valores históricos, ambientales y culturales (ib.). Para poder preservarlos en su conjunto, dentro de la metodología que se relaciona con la fotogrametría y su capacidad de representación del objeto, encontramos la documentación planimétrica que se muestra indispensable a la hora de definir un objeto patrimonial. Por ello se trata de llevar a cabo, en primera instancia, una correcta documentación del bien, que siempre debe distinguir entre las formas reales del mismo y las que pueden ser fruto de investigaciones posteriores en relación a hipótesis sobre su estado previo (Almagro, ib.). Esta documentación será un proceso de conservación en sí mismo y se propondrá hacia esta labor y no tanto hacia la búsqueda de una excesiva precisión o rigurosidad (Almagro Vidal, 2005).

 

La documentación a través de la imagen: los levantamientos fotogramétricos

 

Se nos dice que vivimos en un mundo donde tanto el conocimiento, como muchas formas de entretenimiento, son visualmente construidas, y donde lo que vemos es tan importante, si no más, que lo que oímos o leemos.

Hernández, 2000 (citado por Águila, Núñez, Raquimán, 2011, p. 21).

 

La importancia de la imagen en la sociedad es incuestionable. Esa misma consideración se le debe inferir en el caso de los estudios patrimoniales. Un ejemplo de la imagen como base de la representación del mundo real sería la técnica fotogramétrica y su potencial como recurso para la documentación del patrimonio. El desarrollo de esta técnica ya comenzaría con los estudios sobre las leyes de la perspectiva que tanto Leonardo da Vinci como Alberto Durero realizaron al respecto (Almagro, 2004a). Tras estos primeros pasos, que sin duda serían el soporte para los posteriores avances en el tema, surge el uso de la fotogrametría cuyos fundamentos fueron inicialmente establecidos por Aimé Laussedat. Partían dichos estudios de los conceptos utilizados para la producción cartográfica a través de la intersección de líneas que arrancaban desde unas estaciones al punto común para conocer sus coordenadas, usando también fotogrametría y pasando a denominarse esta técnica utilizada a lo largo de la segunda mitad del siglo xix como fotogrametría gráfica (Alonso, Calvo, 2010). Aunque los resultados de Laussedat fueron adecuados, se debe resaltar también la labor del alemán Albrecht Meydenbauer quien, en 1855, consiguió crear el servicio de fotogrametría para documentar los monumentos prusianos (Almagro, 2004a). 

Siguiendo a Almagro (2004a) en este apartado para la descripción de la evolución de la técnica, indicar que tanto Laussedat como Meydenbauer utilizaban el método de las intersecciones para obtener medidas de sus imágenes, un proceso gráfico que compitió a partir de la Segunda Guerra Mundial con la estereofotogrametría de tipo analógico, la cual se servía de pares de fotografías que habían sido tomadas con ejes prácticamente paralelos, lo que permitía su observación de forma estereoscópica o en relieve. Los trabajos desarrollos realizados por Stolze posibilitaron el avance de dicha técnica al establecer el sistema de colocación de puntos homólogos en cada fotografía; la cual a su vez fue utilizada por Pulfrich en 1901 como base para la construcción del primer sistema de precisión en la medición de tipo fotogramétrico, uniendo la observación estereoscópica con una marca que se podía situar en cualquier punto de la imagen con el fin de precisar sus coordenadas. Estos estudios llevaron al desarrollo por parte del ingeniero austriaco Von Orel de un estereoautógrafo que conectaba el sistema de puntos homólogos junto con el de intersecciones para efectuar las mediciones y a través del cual se continuaría con el uso de aparatos de restitución analógicos que dejarían de utilizarse con la llegada de los ordenadores. 

Indica también Almagro (ib.) que el cálculo analítico que podrían llevar a cabo estos ordenadores da lugar a la fotogrametría analítica, con cómputos que habían sido ya utilizados previamente, pero que eran lentos y complejos en exceso. El proceso actual consistiría en el cálculo de la coordenada del punto en tres dimensiones a partir de las coordenadas de los puntos homólogos de las imágenes, junto con los valores de orientación que tenían las cámaras que ya no habían de ser métricas. El proceso se realizará a través de la visión por unos binoculares que nos permitan observar las tres dimensiones del objeto documentado y a través de una serie de sistemas podríamos mover el punto o marca métrica para ir dibujando los contornos del objeto o las líneas, obteniendo de forma inmediata las coordenadas de cada punto introducido, dando lugar de manera directa al dibujo del objeto que es necesario representar en aplicaciones CAD. 

Tras estos sistemas analíticos se pasa al uso de la fotogrametría digital que abre numerosas posibilidades para que dicha técnica se introduzca de forma habitual en los procesos de documentación. El desarrollo de ordenadores cada vez más potentes nos ha permitido avanzar en los procesos de cálculo haciéndolos más cortos y precisos, reduciendo también la complejidad en la toma de los datos y en el coste de los equipos, que previamente era elevado para que lo asumiera un investigador. Las mejoras se han observado asimismo en el software de rectificación disponible, como ASRix para el de pares de fotografías u otros como Homograf o VSD (vídeo digitalizador estéreo). Este último se concibe como un estereorestituidor a partir de imágenes fotogramétricas digitales para conseguir un dibujo de tipo vectorial del objeto que se desea documentar (Almagro, 2004a).

Proceso de levantamiento fotogramétrico

El estudio del patrimonio cultural mediante levantamientos fotogramétricos pretende llevar a cabo una labor de documentación que será la base para el registro de las actuaciones presentes unido a la conservación futura. La fotogrametría es una técnica que nos posibilita la medición de cualquier objeto, ya sea mueble o inmueble, incluyendo la propia superficie terrestre, a través de una serie de procesos sobre imágenes que muestran dicho objeto en perspectiva con una proyección centrada que se produce a través de la intersección de una serie de haces, resultado de la unión de puntos con el centro de proyección, efectuando una prolongación hasta la intersección con el plano de proyección o de la imagen (Almagro, 2004a). Estas imágenes en perspectiva, de las que conocemos su centro de proyección, nos aportan información sobre los puntos que en ellas se encuentran representados dando lugar, tras el proceso de cálculo, a las coordenadas de cada uno de estos puntos (Almagro, 2004b). 

Para el desarrollo de las investigaciones llevadas a cabo en el Palacio de Pedro I del Real Alcázar, se ha realizado un modelo fundado en una base fotográfica, de gran importancia para la valoración de las texturas y el aspecto superficial. La ventaja de contar con una base fotográfica a través del uso de imágenes digitales en fotogrametría se puede resumir en los siguientes puntos (Lerma et al, 2011):

  • Amplia información detallada que puede variar ciertos parámetros como su escala o resolución.

  • Datos de carácter métrico.

  • Posibilidad de registrar datos en 2D y 3D.

  • Examen textural de los objetos.

  • Posibilidad de visualización estereoscópica.

  • Bajo coste del equipo.

Entre las técnicas fotogramétricas que actualmente más se utilizan, Martín (2014) incluye dentro de aquellas que dan lugar a una nube de puntos de alta densidad —de forma que servirían a nuestros propósitos de documentación— al escáner láser y la fotogrametría convergente a través de bloques de imágenes. Mediante estos dos procedimientos podemos obtener, de manera general, diversas secciones o perspectivas del modelo deseado, las mallas trianguladas de los volúmenes, el modelo de masas (BIM) y ortoimágenes, que son proyecciones ortogonales que carecen de deformaciones y que nos permiten mediciones en verdadera magnitud. Este último resultado es el que interesaría a la hora de elaborar la documentación que serviría de base para la conservación, en el ejemplo del palacio de Pedro I, de los elementos que lo conforman. 

Dentro de las técnicas fotogramétricas digitales utilizadas para la documentación, se encuentra la de orientación simultánea de un bloque de fotografías. Este sistema aporta una serie de ventajas con respecto a otros que tienen cierto carácter manual, ya que reduce considerablemente el tiempo de actuación del operador, con un bajo coste y resultados de alta resolución y precisión. Este ha sido el sistema utilizado en la investigación en curso en el Palacio de Pedro I, de la que forma parte este extracto. En concreto, se ha utilizado un sistema de orientación a través del software Photoscan. Con dicho sistema se realizará un bloque fotográfico del objeto que se quiere representar, en este caso los paramentos del palacio, de forma que cada imagen cubra aproximadamente el 80% de la anterior. Por lo tanto, el proceso de toma de imágenes ha de considerar la ubicación de la toma y los distintos parámetros del equipo fotográfico que nos posibiliten obtener imágenes de alta calidad, de forma que la textura que se consiga permita en un futuro estudiar el estado de conservación en el momento del levantamiento fotogramétrico (Fig. 1).