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EGM.
marzo 2013 /
Publicación semestral. ISSN:1988-3927. Número 12, marzo 2013.

RUBIO, Andrés, selección, comentarios y traducciones (2010). El árbol rojo. Versos para ceremonias laicas, Madrid: Demipage.

Juan Carlos Abril

El dato es relevante y significativo: en España las bodas civiles superan a las religiosas. La inflexión se produjo en 2009 y, desde entonces, ha ido cada vez más en aumento esta separación. Aunque nuestra Constitución no establece un Estado laico sino que nos define como Estado no confesional (otro de los pastiches a los que tuvieron que llegar los «demócratas» hacia 1978), con lo que seguimos apoyando económicamente a la Iglesia Católica con sumas importantísimas (y sirvan estas líneas, también, como denuncia), los diferentes procesos de laicización de la sociedad civil han ido creando un espacio cada vez más propicio al pensamiento cívico y al contrato social. Atrás quedan aquellos tiempos en que «casarse bien casado», o «casarse como Dios manda», era un precepto social, legal o moral. Hoy España se encuentra integrada en Europa y el liberalismo imperante —que en sentido filosófico espolea al humanismo y, éste, al laicismo— deja poco espacio a estrecheces de miras y retóricas de la moral más rancia, a sentimientos de culpa y a supersticiones que, si bien se están combatiendo, todavía perviven. El proceso de secularización, con todo, resulta imparable. Es cierto que siguen siendo muy numerosos los actos religiosos, y la Iglesia incluso realiza declaraciones públicas cada dos por tres o trata de intervenir en leyes y en diferentes tipo de controversias públicas. De un modo u otro asistimos a una reacción o contrarreforma de tintes nunca vistos pero, aun así, como decimos, la sociedad civil ha pasado a tomar la iniciativa —de manera definitiva, creemos esperanzadamente— en multitud de situaciones y ha convertido la vida cotidiana en un digno canto al laicismo. Cada vez más: como bien sabemos, cada día más ciudadanos apostatan de la fe católica, cada vez son más las declaraciones de intelectuales y gente sencilla por una auténtica y radical separación entre el Estado y la Iglesia, pidiendo no sólo que ésta pague los impuestos pertinentes sino que además no reciba un solo céntimo de ninguna administración pública, que se autofinancie; y cada vez hay más voces autorizadas que propugnan una educación alejada de las frustraciones con las que nos oprime el sentimiento de culpa de esos patrones represores de una Iglesia que, en pocas décadas, por cierto, ha retrocedido y se ha atrincherado en su cruzada opusina y otras sectas —por ellos llamadas congregaciones— ultra-radicales, tales como los Legionarios de Cristo o los denominados Kikos. Pero es que, además, se encuentra el tema central de la creencia en Dios y el ateísmo. Ya no se trata únicamente de una lucha contra la Iglesia, tanto como de un proceso que desde la filosofía contemporánea y desde el materialismo es una consecuencia directa, un paso natural de la emancipación del hombre y del conocimiento de uno mismo, como rezara en la máxima délfica. Nietzsche dijo que Dios había muerto aunque, desde un punto de vista estrictamente real, nunca existió sino en la mente de los hombres.

El árbol rojo. Versos para ceremonias laicas (40 poetas ponen voz a nacimientos, bodas y funerales), compilado, seleccionado y traducido en la mayoría de sus textos por el periodista y cineasta Andrés Rubio (nacido en 1962), es un libro imprescindible para todos aquéllos que hacemos del laicismo una bandera y que tenemos que soportar las afrentas cotidianas de las religiones, especialmente la católica. Y es un libro lleno de poesía donde aparecen obras de cuarenta autores, españoles, hispanoamericanos, ingleses, estadounidenses, etc.; de varias épocas y diferentes pelajes, siempre para aportar un grano de arena en lo que podría ser otra forma de celebrar nuestras fiestas. Precisamente en estos días ha saltado una notica a los medios que critican la rapidez con la que el Partido Popular despacha las bodas civiles, quitándoles vistosidad. Pues precisamente para adornar y embellecer esas celebraciones se hizo este libro. Hablamos de grandes poetas, desde Federico García Lorca a Walt Whitman, desde Gabriela Mistral hasta John Donne, desde Marco Aurelio a Alejandra Pizarnik, entre otros. Grandes joyas de la historia de la literatura universal. Como, por ejemplo, Cristóbal de Castillejo:

DAME, AMOR, BESOS SIN CUENTODame, Amor, besos sin cuento,
asida de mis cabellos,
y mil y ciento tras ellos
y tras ellos mil y ciento,y después
de muchos millares, tres;
y porque nadie lo sienta,
desbaratemos la cuenta
y contemos al revés. (p. 24)

Pero podríamos citar a Paul Éluard, Luis Cernuda o Louise Glück. El árbol rojo se halla convenientemente dividido en «Bodas y uniones», «Bodas y uniones LGTB», «Bienvenida a la comunidad», «Ritos de paso», «Despedidas» y un último apartado relativo a la «Música», donde se nos pone en contacto con las referencias más reputadas del canon de la música clásica. Asistimos a un libro sumamente recomendable que, tal y como dice en su contracubierta:

Y como somos de celebrar, porque nos sienta bien manifestar y compartir nuestras emociones con los más allegados, quizá nos falte esa herramienta que nos permita personalizar nuestras ceremonias como realmente deseamos. Un nacimiento, una boda, una unión, una fiesta señalada, la despedida de un ser querido, no son momentos donde nos resulte fácil elegir las palabras; sin embargo, suelen ser cruciales para la mayoría de nosotros.

Sea como fuere, la poesía es quizás el más fiel vehículo de ese canto a la vida y a la materia que es lo único que tenemos, y que de manera fugaz sólo poseemos. La poesía ha contribuido de manera impagable al proceso de libertad individual y colectiva en la historia contemporánea, y estos poemas así lo demuestran. Sin rebajarse pero sin estar por encima de nada, la voz de los poetas pone banda sonora a nuestras conmemoraciones y celebraciones, nuestros días —fastos y nefastos—, y este libro no sólo es una muestra de ello sino que abre una brecha cada vez más importante.

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