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EGM.
marzo 2015 /
Publicación semestral. ISSN:1988-3927. Número 16, marzo 2015.

Memento mori: representaciones del duelo en Internet

 

Vania Cecilia Tovilla Quesada, Jessica Dorantes Segura y Patricia Trujano Ruíz [*]

 

Resumen. Actualmente Internet se ha transformado en un medio propicio para transitar el camino a la aceptación de la muerte mediante prácticas del pasado y herramientas tecnológicas del presente, en donde la temática central es el memento mori moderno mostrado en la fotografía post mórtem. Dichas expresiones están generando nuevos comportamientos o patrones de conducta encaminados a modificar el significado de muerte y duelo en algunos contextos de participación virtual, que permiten a ciertas personas despedirse y utilizar las redes sociales, los blogs y spaces, para afrontar favorablemente o perniciosamente los distintos periodos tras la pérdida. Así el objetivo de este trabajo es reflexionar en torno a las relaciones existentes entre la fotografía post mórtem de la época victoriana y las representaciones post mórtem que actualmente observamos en Internet, así como los posibles mecanismos para atravesar el proceso del duelo que se construyen en lo cotidiano del mundo virtual.Palabras Clave: Internet, redes sociales, duelo, fotografía victoriana

Abstract. In the present era, the Internet has become a propitious environment to navigate the road to acceptance of dead through past practices and contemporary technological tools in which the central theme is the modern memento mori demonstrated in post mortem photography. These expressions are leading to new behaviors or behavioral patterns designed to change the meaning of death and mourning in some contexts of virtual participation. In this way, it allows certain people to say goodbye using social networks, blogs and spaces to favorable or unfavorable confront this distinct periods of mourning. So the aim of this work is a reflection of the relationship between Victorian post mortem photography and the contemporary post mortem practices in the Internet, and the diverse everyday arising new mechanisms in the Internet used to cope with the mourning process.

Keywords: Internet, social networks, duel, Victorian photography

Introducción

En la actualidad, temas como la muerte y lo que la rodea parecen ampliar sus significados, debido, entre otras razones, a que muy posiblemente las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) masiva como Internet están generando nuevos comportamientos y patrones de conducta encaminados a modificar los procesos de muerte y duelo en algunos contextos de participación, en los cuales las herramientas tecnológicas pueden resultar beneficiosas para atravesar dichos procesos pero, al mismo tiempo, pueden transformarse en un medio para ejercer un proceso desfavorecedor para la persona que está atravesando el duelo.

En este contexto, cabe señalar que diversos autores indican connotaciones diferentes para las palabras luto y duelo, siendo el luto la representación menos formalizada de responder a la muerte, mientras que el duelo ha sido definido como el sentimiento subjetivo que provoca la pérdida (Ligia, 2007).

Lo cierto es que hablar de la muerte es un asunto complejo y que involucra múltiples factores, no solo aquellos que hacen referencia a la psicología individual sino también a los que se centran en cuestiones culturales y de prácticas sociales así como estructurales. De ahí, el manejo otorgado a los diferentes aspectos que rodean a la muerte tienen que ver relacionalmente con el tipo y la forma de representarla en el núcleo histórico social de las personas; a su vez, el concepto de muerte es un asunto característico de la historia de vida.

Respecto a lo anterior, podemos destacar que, desde un abordaje antropológico, la muerte de un ser querido ha sido formalizada a través de las palabras luto o duelo, como una forma de responder al dolor de los deudos y con la intención de manifestar los sentimientos de pena o aflicción que sufre la gente al pasar el trance de la pérdida (Gómez, 2007).

Es por ello que las prácticas socio-culturales con respecto a la muerte denotan acciones definidas, que incluyen rituales y comportamientos específicos, para cada cultura o religión (Lodoño, 2006).

El ejemplo anteriormente descrito puede ilustrarse mejor dado que en muchos de los países de Occidente se practica el entierro y la cremación como parte esencial para despedir al difunto y que éste descanse en paz en el sepulcro de lo que ha sido su vida. En algunas culturas el luto se guarda como señal de respeto y los colores pueden resultar una variante de las prácticas sociales y contextuales, como símbolo de homenaje en situaciones concretas y respeto a los cargos del difunto (Ligia, 2007).

Como puede observarse, estas representaciones culturales que trascienden de padres a hijos como parte de los rituales de la muerte, también darán soporte a las creencias y al proceso que posiblemente atravesará una persona en su duelo (Ligia, 2007).

Cabe agregar que si bien la muerte es un asunto de cotidianidad en la vida, no suele estar presente siempre, ya que los seres humanos quizá por naturaleza estamos adheridos a la vida misma, y el pensamiento en torno a esta suele aparecer cuando acontece en nuestro contexto cercano o de participación social, o cuando una enfermedad de connotación terminal se hace presente. A este respecto, Lodoño (2006) menciona que, ante la pérdida de un ser querido, el hábitat y sus lugares adquieren un sentido diferente pues somos seres que construyen identidades alrededor de la compañía de otras personas.

En este sentido, el pasado no solo es la conjugación de un verbo, es un espacio que nunca más volverá a estar presente; sin embargo, las nuevas TIC, más específicamente Internet, han permitido a muchos usuarios que han perdido seres queridos establecer nuevos patrones de afrontamiento que les facilitan trascender el tiempo y el espacio, haciendo que los significados de duelo y luto se amplíen y transformen.

Diversas disciplinas a lo largo de la historia de la humanidad han investigado las múltiples prácticas y creencias acerca de la muerte, coincidiendo en que el duelo representa el inicio pero también el momento clave para la superación de una pérdida; en tiempos actuales esta expresión comienza a observarse en escenarios tan novedosos como los espacios virtuales.

Y es que la revolución cultural y tecnológica se ha transformado en un medio propicio para transitar el camino a la aceptación de la muerte, en donde podemos observar concepciones contemporáneas del duelo expresadas en el mundo virtual; sin embargo, en palabras de Sánchez (2013), los que han muerto han muerto, y a ellos les es indiferente que se les rinda algún homenaje. Si hay alguien para quien esas expresiones tienen un significado es para los vivos. Con base en esta premisa, los homenajes virtuales en Internet se construyen y reconstruyen en múltiples y variadas realidades que pueden ser alternativas de afrontamiento del dolor. Si bien es cierto que en épocas recientes parece que se ha prestado mayor atención al tema de la muerte, existen creencias y rituales heredados de la antigüedad que han sido trasladados a ambientes virtuales en formato de postmodernidad, es decir, hoy mismo es posible observar prácticas del pasado mediante herramientas del presente: nos referimos a fotografías y videos que circulan en la red en los cuales la temática central es el memento mori (que significa en latín «recuerda que morirás») moderno, nos referimos a la fotografía post mórtem (Cuarterolo, 2002).

De ahí que el objetivo de este trabajo radica en el interés por reflexionar en torno a las relaciones existentes entre la fotografía post mórtem de la época victoriana y las representaciones post mórtem que actualmente observamos en Internet, así como los posibles mecanismos para atravesar el proceso del duelo que se construyen mediante el uso de Internet y sus herramientas (redes sociales, blogs, spaces, etcétera).

Antecedentes

En la época victoriana existían prácticas comunes y tradicionales de realizar fotografías post mórtem que permanecían para la posteridad como un recuerdo inherente de la fragilidad de la existencia. A este tipo de movimiento cultural iniciado precisamente por la reina Victoria de Inglaterra se le denominó memento mori («recuerda que morirás») y se dio en el mundo occidental hasta entrado el último cuarto de siglo (Borrás, 2010; Cuarterolo, 2002).

Cuenta la historia que el movimiento de la fotografía post mórtem o memento mori nació tras la muerte del príncipe Alberto en el año de 1861, cuando la reina Victoria de Inglaterra quedó viuda y permaneció en luto riguroso por tres años y a medio luto el resto de su existencia. Tras este acontecimiento, las mujeres victorianas siguieron el ejemplo de la reina y se elaboraron estrictas reglas del período de etiqueta concernientes a la vestimenta del luto y al comportamiento de este mismo; dichas reglas formaron parte del orden de una sociedad que comenzaba a transformarse vertiginosamente al tiempo que la Revolución Industrial daba origen a la clase media (Vargas, 2010).

Cabe resaltar que durante la época victoriana la expectativa de vida era de solo 42 años y, para las personas de aquella data, la única manera de sobrellevar la pena por la pérdida era canalizarla a través de alguna expresión que tiempo después se ha considerado artística o arte memorial: el referido memento mori (por ejemplo, fotografías post mórtem) (Borrás, 2010; Vargas, 2010).

Por lo tanto, la fotografía post mórtem iba más lejos de la muerte, tratando de capturar la simulación de la vida, en ello se cimentaba el éxito del retrato. En 1855, muchos de los fotógrafos de la época empezaban a realizar diversas recomendaciones y medios para conseguir una apariencia más vívida en los cadáveres, con el objetivo de no recordar a los deudos el «momento doloroso de la pérdida», utilizando para ello cosméticos y herramientas como recursos para atenuar el rastro de la muerte o eliminar la esencia del fallecimiento en los más jóvenes. En este sentido, se utilizaron implementos mecánicos para mantener los cuerpos erguidos, tratando de sostener al difunto de pie; se le vestía con sus ropas habituales o trajes predilectos, una costumbre que se utiliza hasta nuestros días. Algunos fotógrafos realizaban retoques gráficos a posteriori, sobre todo en aquellos casos en los que los ojos no habían podido abrirse (Borrás, 2010).

Vale la pena señalar que la fotografía se ha convertido en una herramienta inmortal, ya que es reproductiva, «está viva», presente y real gracias al facsímile de las imágenes que son testigo de lo que ha sido y de lo que perdurará. Por ello los fotógrafos de época capturaban la esencia de lo cotidiano en el devenir del ser humano, formaba parte del rito del duelo y era considerado un elemento que hacía soportable la pérdida (Cordero, 2013).

Estamos frente a un movimiento nacido como una causa heredada de la tradición pictórica: la de perpetuar en la memoria el rostro de un ser querido ya desaparecido; sin embargo, esta práctica del siglo XX no ha dejado de ser una cotidianidad en algunos lugares del mundo, y en la actualidad se empieza a utilizar como una herramienta para atravesar los procesos de duelo, existiendo un gran número de variantes y matices del memento mori de acuerdo a las creencias y costumbres, tanto funcionales como formales, abriendo de esta manera un abanico de posibilidades psicológicas e iconográficas de gran riqueza para los nuevos investigadores de las tendencias tanatológicas.

Es así que la muerte forma parte de toda una tradición visual que se ha ido perpetuando a lo largo de las generaciones. Asimismo, el rito funerario se estructura a partir de una serie de etapas que lo constituyen de acuerdo a la cultura (velación, entierro, cremación) y donde la fotografía fue adquiriendo poco a poco un lugar protagonista, hasta el punto de llegar a convertirse en una etapa más del propio rito (Bondar, 2012; Torres, 2006). En la actualidad las representaciones del memento mori han sido trasladadas a imágenes gráficas virtuales; como ejemplo de ello encontramos los videos musicales que se pueden observar en libre acceso en Internet, alojados en páginas web como YouTube, en donde los deudos encuentran un refugio y muestras de respeto, apoyo o rechazo ante sus pérdidas. También se pueden observar perfiles de redes sociales (Facebook, Hi5, Beboo, Twitter, My space) con contenidos post mórtem, de personas ya fallecidas que siguen «presentes» en la virtualidad.

En este sentido, abordaremos dos conjuntos de elementos característicos de estas nuevas tendencias: las representaciones multimedia (videos) y las representaciones gráficas (fotografías y perfiles post mórtem) relativas a esta nueva realidad virtual, en donde para la construcción de los distintos elementos (imágenes o videos) se utilizan diversas tecnologías basadas en la fotografía post mórtem. Ambos elementos parecen ejercer un componente simbólico y de estructuras psicológicas multifacéticas.

Post mórtem en la virtualidad

Un retrato de un difunto nunca deja de representar
la constatación de una muerte (Borrás, 2010, p.119)

Para muchos autores el acto de fallecer es antes que nada una realidad sociocultural, por lo que la muerte en el plano de la conciencia individual y grupal desprende conjuntos complejos de representaciones (imágenes, sistemas de creencias o valores) que provocan reacciones diversas en los grupos o individuos (conductas, actitudes, ritos) según los casos, los lugares y los momentos (Cordero, 2013).

Es así que para autores como Bondar (2012), la fotografía cobra valor no solo como objeto, sino como sentimiento, si bien no se considera a la muerte como un pasaje sino como un punto final; la idea de evocar a través de fotografías a quienes se ha perdido está presente, y dicha evocación puede resultar beneficiosa al recuerdo de los momentos y lugares felices, como una alternativa a los ritos tradicionales del proceso de duelo.

En la actualidad existen representaciones post mórtem o memento mori que se pueden observar por ejemplo a través de la página web Angel Baby Memorials [1] la cual se dedica a realizar videos de recordatorio para pequeños recién nacidos que han perdido la vida, en situaciones muchas veces desconocidas por el espectador. Asimismo incluye videos de bebés que han «nacido» muertos. La página cita:

Angel Baby Memorials está diseñado para familias que soportan la trágica pérdida de un hijo. Las familias de los bebés nacidos muertos no tienen muchas cosas de ellos. Angel Baby Memorials quiere dar a las familias algo tangible para demostrar que su hijo tenía, de hecho ¡vida! (Angel Baby Memorials, 2009).

De acuerdo con la propietaria del sitio, este se creó después de realizar un video de su propia pérdida, y decidió inaugurarlo para que los padres pudieran tener un lugar donde honrar y recordar a sus hijos fallecidos. Tras diseñar el video conmemorativo para su hijo con todas las fotografías que tenía del hospital y del servicio funerario, añadiendo música y palabras que ella misma eligió, y después de publicarlo en el servidor YouTube y leer las reacciones de los espectadores, supo que debía crear el sitio y elaborar videos para cada madre que hubiera perdido a sus hijos con la intención de ayudarlas a recordar a sus bebés.

Sin embargo, el sitio no ha publicado videos desde el año 2012; aunque ofrece un servicio para crearlos por 20 dólares con envíos internacionales, constituyendo un negocio tal como lo fue para los estudios de fotografía en los años de 1800.

Otra página destacada que provee servicios memoriales en Internet es la famosa Virtual Memorials, fundada según indican sus creadores bajo los ideales o creencias de proporcionar una manera única y significativa para celebrar la vida de aquellos a los que se ha amado y perdido (Virtual Memorials, 1996). Proporciona un servicio diferente a Angel Baby Memorials ya que muestra a las personas fallecidas en imágenes de vida, agrega melodías y en algunas ocasiones música y biografías del difunto, junto con un espacio para dejar mensajes a través de un foro. Asimismo cuenta con categorías de búsqueda para la creación de los memoriales: pérdida de un padre, hijo, amigo, mascotas, etcétera (Angel Baby Memorials, 2009). Actualmente cuenta con una página en el sitio Facebook con una cantidad de «me gusta» de 1715; dentro de la misma red social se puede observar un monto considerable de comentarios dirigidos a Virtual Memorials, en donde las personas agradecen el hecho de ayudarles a atravesar sus pérdidas (Virtual Memorials, 1996).

Dentro de los servicios fúnebres virtuales, también se destaca la página Memorial Spain que ofrece la combinación de una placa virtual tecnológica en el lugar del entierro o urna, denominada «Placa inteligente QR/NFC» (código inteligente que se utiliza acercando el celular para obtener información de un sitio, tal como se haría con un código de barras, también conocida como: Near Fiel Comunication —NFC—). En la página se comenta que la placa se adhiere a la lápida y permite a los usuarios de teléfonos inteligentes conectarse al memorial virtual del difunto, de tal forma que cuando un individuo le visite tenga la oportunidad de descubrir más sobre la persona fallecida al escanear dicho código QR/NFC, grabado en la lápida (Memorial Spain, 2012). Los costos aproximados de estos memoriales virtuales de son de 150 euros en una única exhibición por el alojamiento o web del memorial (Bacigalupo, s. f.).

Es interesante observar que al igual que sucediera en la época victoriana, el lucro respecto de la muerte sigue vigente como posibilidad y, como hemos mencionado anteriormente, se encuentra relacionado con los significados que atribuyen los individuos de acuerdo a sus diferentes contextos socioculturales. Pero en este momento cabe preguntarnos: ¿el uso de códigos, de teléfonos inteligentes y de fotografías meramente post mórtem como es el caso de Angel Baby Memorials pueden ayudar a las personas a transitar de mejor manera por un duelo? (Angel Baby Memorials, 2009).

¿O puede convertirse en una práctica de libertad de expresión en donde las viejas censuras aquejen a los deudos, y donde las representaciones de la tristeza y el dolor traspasen la barrera de lo privado para transformarse en un asunto público? ¿Cómo podría entonces este tipo de información modificar y mediar los procesos del duelo para convertirlos en procesos naturales?

Es importante destacar que durante la época victoriana el canon de los retratos post mórtem infantiles era diverso, y que algunos de ellos manifestaban prácticas y creencias de larga duración, mientras que en las costumbres actuales del memento mori moderno no se trata de realizar una mezcla artística con un proceso de luto, sino de aceptar la pérdida como parte de lo cotidiano, en donde la creación de memoriales virtuales sustituye a la imagen post mórtem, pero no en todos los casos (Borrás, 2010).

Este tipo de representación podría atribuirse a una compleja combinación de lo ideológico con lo tecnológico, y cada elemento constituye un importante ingrediente que podría explicar el comportamiento luctuoso de diversas sociedades modernas. Quizás una de las cuestiones más impactantes y que más llama la atención es que esta clase de representaciones en principio no pretende posicionarse como un arte, ni tiene la intención de recrear la vida, sino más bien ambiciona su permanencia dentro de la virtualidad. En esos lugares virtuales se produce un especial conflicto entre el éxtasis y el movimiento: mientras que los lugares conmemorativos físicos evocan rápidamente la muerte de la persona allegada, la cuenta de Internet, creada a su gusto por la persona fallecida como expresión de su identidad online, permanece inalterada, tal como la dejó al morir.

Sin ahondar por ahora en este punto, conviene no obstante compartir un dato interesante: no solo en Internet circulan ejemplos de fotografías post mórtem o con tendencias clásicas del memento mori; por el contrario, una observación más minuciosa nos permite encontrar perfiles dedicados a la vida virtual eterna, los mismos que a su vez comienzan a construir nuevos patrones de comportamiento para los deudos, desde páginas creadas para fanáticos de un cantante conocido hasta usuarios comunes que pueden ser beneficiarios de servicios virtuales antes y después de morir. A continuación detallaremos un poco más estas circunstancias que engloban al mundo virtual.

Perfiles post mórtem

Muchos sabemos que en la red encontramos múltiples beneficios: estudios a distancia, viajes, compras, subastas, artículos de colección y un sinfín de posibilidades que acortan los espacios físicos. Si bien es cierto que en la cotidianeidad existen ofertas para una gran variedad de usuarios, en el mundo funerario también encontramos muchas posibilidades que van desde ataúdes, flores, obituarios, grupos de canto fúnebre y funerarias, entre otros. En el mundo virtual también hay un extenso portafolio de alternativas para conmemorar la vida, la muerte y la obra de quienes fallecen, o bien, para cumplir su última voluntad.

Efectivamente, el escenario crece cada día, pues una nueva tendencia que llama la atención de la vida virtual después de la muerte surgió de la experiencia de un empleado de Facebook, cuyo mejor amigo falleció mientras viajaba con su bicicleta en un accidente y le llevó a preguntarse ¿qué podemos hacer con su perfil?, ¿cómo interactuar con alguien que ya no ingresa en su cuenta? La respuesta no tardó demasiado: Facebook ofrece un servicio para eliminar datos privados de cuenta y realizar de la misma un memorial eterno, en donde los familiares puedan interactuar sin respuesta con el difunto (Bacigalupo, s. f.). Esto ha generado un largo debate aún no resuelto sobre las delicadas cuestiones de la privacidad de los usuarios y la protección de sus datos.

Por otro lado, llaman la atención portales de Internet más especializados tales como PS Afterlife que permite a los internautas después de fallecidos enviar mensajes personalizados «desde el más allá» a familiares o amigos. También es posible disponer de sus bienes personales y brindar asesoría legal para los deudos (PS Afterlife, s. f.).

Asimismo, existe otra página dedicada a la publicación de mensajes póstumos y que ofrece un servicio similar a la anterior. Se trata de Dead Social, una red social post mórtem que permite el envío de mensajes a familiares y amigos de Facebook y Twitter para aquellas personas que no tuvieron oportunidad de decir adiós (Dead Social, 2012).

En este mismo sentido, una de las aplicaciones para Facebook más destacadas dentro de los servicios post mórtem es If I Died la cual permite a los usuarios de esta red social grabar un mensaje póstumo y seleccionar a las personas a las que se enviará después de morir. De manera «creativa» promocionan sus servicios bajo el lema «si muero» y «la inmortalidad está a la vuelta de la esquina»: ofrece un servicio especial para publicar estos mensaje póstumo en Internet con una audiencia aproximada de 20 millones. A dicho servicio se le denomina «si muero primero», si así lo decide el cliente. También cuenta con videos promocionales sobre sus servicios en el servidor youtube.com (If i die, 2012).

Una mirada a este escenario nos permite puntualizar que dichos mecanismos virtuales están generando nuevos procesos de relaciones y de construcción de significados con respecto a la muerte, ya que han permitido a muchas personas alrededor del mundo despedirse y utilizar estas herramientas virtuales para afrontar los distintos periodos de duelo. Algunos psicólogos y profesionales de otras disciplinas también comienzan a observar los beneficios de las tecnologías y su uso, sobre todo en los casos de muertes violentas y desapariciones; tal es el caso del equipo multidisciplinario Artemori, cuyos miembros han creado una red virtual de acompañamiento conjugando diversos servicios para el apoyo ante la pérdida, fundando el sitio del mismo nombre, lo que reporta no solo beneficios económicos sino también legales y terapéuticos utilizando Internet como instrumento que dicen catapulta el afrontamiento positivo (Artemori, s. f.).

Páginas post mórtem, perfiles, videos, fotografías musicalizadas, acompañamiento y servicios profesionales, se conglomeran todas en el mundo virtual, dando pasos acelerados. Se torna por ello necesario crear profesionales preparados para esta inédita realidad. La virtualidad y la trascendencia se transforman entonces en un nuevo y original parámetro de estudio. Este es el reto.

Reflexiones finales

En un tiempo en que los psicólogos han asumido el análisis de las subjetividades, el de los imaginarios colectivos y las formas de representación cultural, la fotografía, el uso de Internet y sus herramientas en general comienzan por fin a dejar de ser esos grandes desconocidos del análisis psicológico para posicionarse como objetos de estudio. Abordarlos como fuente de conocimiento requiere contemplar su propia especificidad, pero también su contexto histórico-social y sus significados relacionales. No pretendemos sugerir que Internet es una herramienta negativa por sí misma para la humanidad, sino más bien intentamos desvelar que con su uso están convergiendo nuevos parámetros y comportamientos que están transformando la convivencia cotidiana de los seres humanos, tanto en la vida como en la muerte.

Conocemos en el día a día los múltiples beneficios de Internet, la inmediatez de la información, el uso de los datos; pero los extremos conviven, y también comienza a emerger una preocupación que va más allá de cualquier disciplina y que tiene que ver con el abuso de las herramientas digitales como un medio y un fin que pueden incluir manifestaciones violentas con distintos matices. Para ejemplificar lo anterior, mencionaremos un caso reciente interpretado precisamente por un usuario de las redes sociales: Derek Medina Vernon, de 31 años, quien asesinó a su esposa y publicó la fotografía (post mórtem) en Facebook, la misma que mostraba a una mujer tendida en el suelo sin vida. Esta representación visual viajó por millones de usuarios y estuvo durante cinco horas en Internet, convertida en noticia mundial gracias a la inmediatez de la información. Sucesos como este representan un foco de alarma y nos llevan a reflexionar como profesionales de la salud en la necesidad de trabajar en la formación de ciudadanos virtualmente responsables en el uso de las herramientas cibernéticas (Alusp, 2013).

Y es que aun tratándose de temas que parecieran muy diferentes, la violencia y las fotografías post mórtem poseen un punto de convergencia, pues páginas web como las presentadas en este artículo aportan matrices de espacios comunes al conocimiento de la virtualidad, en donde crece y cohabita la nueva generación que ha sido denominada «tecnócrata». En primer lugar, no sólo complementa y corrobora lo que otras fuentes indican, sino que también se esclarecen zonas oscuras que no dejaron suficientes indicios. En otras palabras, el usuario de Internet puede generar mediante el acceso continuo a un sinfín de imágenes un desapego afectivo a través de procesos de normalización frente a temáticas tan delicadas como pueden ser la violencia, la muerte, la sexualidad no consensuada, el acoso cibernético y otros, al naturalizar su presencia.

En este sentido, existen páginas como The Thanathos que exhiben sin restricciones de acceso fotografías post mórtem de diversas épocas, lo que nos lleva a pensar en el morbo y en el efecto que pueden generar (especialmente en la gente joven o muy joven que las consulta sin un adulto a su lado), y a preguntarnos sobre cuál puede ser el sentido de dichas páginas. Desde nuestro punto de vista, un riesgo latente puede ser la normalización de la violencia y su adopción como mecanismo para enfrentar conflictos, en especial si recordamos que muchos padres no utilizan la tecnología o desconocen para qué la usan sus hijos (The Thanathos, 2002).

Por otro lado, muchos de estos sitios coinciden en presentar a las tendencias virtuales post mórtem como un escaparate de nuestra contemporaneidad, en el cual los individuos han transformado el espacio real de la pérdida y el dolor en un sitio público donde el visitante anónimo puede juzgar las acciones de los deudos (Borrás, 2012), con un probable efecto de desensibilización hacia el sufrimiento de los demás y, peor aún, su banalización.

Cabe resaltar que en la época victoriana la fotografía memento mori intentaba recordar la fragilidad de la existencia. Sin embargo, en nuestros días observamos una tendencia que pareciera negar la muerte y, aunado a ello, dramatizar expresamente en este caso el sentimiento paternal y maternal hacia los hijos perdidos, como sucede en la página web Angel Baby Memorials (Gómez, 2007). Sería posible que el hecho de que los padres realicen este tipo de videos pueda resultar contraproducente y en muchos sentidos exista la inquietud por revivir una y otra vez el dolor ante la pérdida, al tener un acceso ilimitado a las imágenes de su propia aflicción, reavivando los sentimientos del fallecimiento de sus pequeños y dificultando el proceso «normal» del duelo, convirtiéndolo en patológico o crónico cuando se prolonga la duración o aumenta la intensidad del mismo (Gómez, 2007), deteniendo o entorpeciendo el tránsito a una etapa de aceptación.

Por otro lado, las imágenes fotográficas contenidas en los videos y los elementos multimedia de los tiempos actuales (música, vistas dinámicas, pensamientos, etcétera) son un inevitable componente emotivo que detona, no solo para las personas que los observan sino para las personas que lo han vivido, una gama impresionante de emociones que pueden variar desde la aceptación hasta la objeción, tachando a los individuos que han colocado las fotografías de sus bebés muertos como exhibicionistas o arcaicos. Críticas a las que se suele estar expuesto cuando se expone información tan privada en Internet.

Muchos detractores de estas posturas de fotografía post mórtem atribuyen, mediante comentarios reprobatorios, propósitos morbosos o comerciales más que de autoayuda, a los creadores o promotores de estas páginas.

Nos encontramos entonces ante un camino de doble vía: las imágenes virtuales pueden ser patologizantes para unas personas pero benéficas para otras, pues existen autores de las mismas que aseguran que su realización les ayuda a superar la primera fase del duelo que es la negación para trasladarla a un período de normalización: la aceptación de la pérdida. De ahí la necesidad de generar investigación al respecto desde la individualidad de los sujetos (Bondar, 2012).

Sin duda alguna, llamaría especialmente la atención la página Angel Baby Memorials, ya que es posible retomar aquella representación de antaño del memento mori victoriano donde la criatura fallecida era representada como un angelito. En este sentido podemos mencionar que las prácticas seculares permanecen vivas, las creencias y emociones (tristeza, dolor, desesperanza, angustia) conviven en la misma imagen del duelo (Riera, 2012).

Las imágenes presentadas en los videos suelen encarnar a la muerte sin simbolismos o metáforas, fotografías donde el padre o la madre posan con los pequeños nonatos, lo que expresaría parte del dramatismo y la connotación del fin de todo ser humano. No se oculta en ellos la rigidez cadavérica, ni la tensión en las miradas, se deja ver a todas luces la última despedida; estos no son retratos de estudio a donde se acudía en tiempos pasados, pero se perpetúa en ellos el vínculo truncado y se deja constancia de una corta e irrepetible experiencia afectiva mediante los testimonios gráficos.

En tal orden de ideas, quizás vale la pena rescatar las reflexiones de Barthes (s. f., en Borrás, 2012) quien menciona que las imágenes fotográficas de la muerte son representadas como catástrofe y las de cadáveres como algo horrible, dando como resultado una confusión entre los conceptos de lo real y lo viviente. Tal postura de acuerdo al autor podría conducir a una extendida repulsión actual hacia las viejas y nuevas fotografías de difuntos, lo que se traduce en una asociación forzosa entre duelo y melancolía (Borrás, 2010).

A este respecto, cabe destacar la revisión de las tesis freudianas en donde se entiende el duelo como un proceso de transfiguración de los vínculos con los seres amados, que no implica la ruptura de los mismos. Para Borrás (2010) resulta interesante la fotografía en conjunto con las referidas tesis freudianas, ya que ellas responderían a las fases del duelo; fluctuando en torno al rechazo y la aceptación de la muerte, pero también conjurarían un sentimiento exaltado de conquista eterna bajo la figura de la fotografía que permanece inmutable e inalterable.

De esta manera se comprenden mejor las prácticas del memento mori, pues muchas de ellas entrañan el poder evocador del retrato calificado por Walter (1930; en Borrás, 2010) como el último recuerdo en el ritual de los seres queridos.

Podría ser en tal sentido que el cambio acelerado de Internet propiciara que aquellas personas que utilizan estas herramientas para atravesar el duelo lo hagan como momento clave para salir exitosos del mismo, es decir, se elabora el duelo cuando se acepta esa muerte, cuando se deja de pensar en el pasado y se puede dirigir de nuevo toda la energía al presente, en la vida y en los vivos. Se logra recordar al fallecido sin sufrimiento, y se aprende a vivir sin él, recobrando la propia identidad (Gómez, 2007).

A pesar de la diversidad de actitudes individuales que se puedan adoptar, de las múltiples facetas contenidas en el universo virtual acerca de la muerte, así como de las variables personales y sociales que inciden sobre las mismas, consideramos que existe algo que trasciende de estas nuevas prácticas, ya sea de aquellas personas que realizan acciones para continuar con comunicaciones virtuales post mórtem o que conllevan una relación más allá de la virtualidad mediante fotografías y videos.

Y es que, si bien parece que Internet evoluciona de manera vertiginosa, continuamos trasladando prácticas de antaño a nuevos contextos de participación, en este caso la muerte, en donde la imágenes que se presentan en lo cotidiano en la web están impactando de manera diferencial a los usuarios, reposicionándolos constantemente.

En el caso particular de México, según un informe del 2013 de la AMIPCI (Asociación Mexicana de Internet) los usuarios de la red aumentaron de 40.6 a 45.1 millones, de los cuales el 49% son mujeres y el 51% hombres. De acuerdo a este estudio los más activos son jóvenes de entre 12 y 17 años de edad; el estudio también apunta datos de conexión promedio de 5 horas, donde las principales actividades son: envío y recibo de correos electrónicos en un 87% de los cibernautas, la búsqueda de información con 84%, el acceso a redes sociales que cuenta con el 82% de la actividad, 61% envía y recibe mensajes instantáneos, el 37% compra en línea y 33% realiza operaciones bancarias; un 20% utiliza Internet para buscar empleo, 17% mantiene sus propios sitios y 16% alimenta su blog. La visita de sitios para adultos muestra un 15% y los encuentros online o búsqueda de pareja representan el 8% (AMIPCI, 2013). Estos datos nos hablan del tremendo impacto del Internet en nuestra vida, pero para muchos, también de nuestra muerte.

Basados en 7077 entrevistas, la AMIPCI declara que 9 de cada 10 internautas mexicanos acceden a alguna red social, es decir el 93% (AMIPCI, 2013). Ahora bien los datos presentados por la asociación llaman la atención acerca de la vulnerabilidad para los más jóvenes, quienes tienen en su mayoría libre acceso a las redes sociales y a los contenidos para adultos en Internet y, actualmente, también a videos y fotografías post mórtem sin guía alguna.

Conclusiones

La fotografía e Internet en general no parecen ser buenos ni malos por sí mismos. Son los usuarios quienes deben ser responsables y conscientes de su uso y consecuencias, lo que permitirá la posibilidad de integración, creatividad y receptividad categórica de los sentidos. Las sociedades contemporáneas y la cibersociedad en general se construyen en la virtualidad según su propio sistema de valores y creencias; en este caso las esferas virtuales conforman una serie de sub-ecosistemas culturales con sus propias normas y reglas, así como sus usos y costumbres sin un espacio físico delimitado.

Sin lugar a dudas, el panorama de los nuevos comportamientos en Internet y las prácticas de la cibersociedad que se abre a las disciplinas humanas resultan no sólo apasionantes, sino sobre todo útiles para tratar de co-construir un futuro ciberciudadano más ético en la utilización de las herramientas tecnológicas. La presencia de los recientes ciudadanos digitales obliga a los profesionales de las ciencias de la salud a jugar un papel importante y a afrontar el reto, pues serán en parte responsables en la construcción de planes educativos y clínicos que promuevan el uso respetuoso de las cibertecnologías, así como la prevención e intervención en personas víctimas del abuso de la red.

Referencias

Alusp, D. (2013). Florida man allegedly kills wife, posts confession, photo of body on Facebook. CNN Noticias.

Angel Baby Memorials. (2009). Angel Baby Memorials: Angel babies.

Artemori. (s. f.). Artemori: Servicios para personas en duelo.

Asociación Mexicana de Internet [AMIPCI]. (2013). Estudio de hábitos de los usuarios de Internet en México. Asociación Mexicana de Internet.

Bacigalupo, A. (s. f.). Vida digital después de la muerte: ¿Quién heredará mi muro de Facebook?

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Notas

[*] Universidad Nacional Autónoma de México FES-IZTACALA.

Contacto con la autora: cecilyty@gmail.com

[1] Los vínculos de las páginas nombradas en el texto se encuentran en las referencias bibiográficas.

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