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EGM.
septiembre 2017 /
Publicación semestral. ISSN:1988-3927. Número 21, septiembre 2017.

Imre Kertész: El Holocausto como cultura

Iñaki Vázquez Larrea

Iñaki Vázquez Larrea1

 

La ley de nuestro mundo es el error, el malentendido, el no-reconocimiento del otro 

Imre Kersz, El Holocausto como cultura, p.15

Nuestra mitología moderna empieza con un gigantesco punto negativo: Dios creó el mundo y el ser humano creó Auschwitz 

Ib. p.18

 

Si Sandor Marai sentía perder su yo ante la perspectiva de regresar a Hungría en 1989 (poco antes de suicidarse en San Diego), Kersz lo hizo por el mero instinto de perro vagabundo, poco después de que su patria lo pusiese en el disparadero de ser asesinado por la Alemania nazi, con tan sólo dieciséis años. Cuarenta años de socialismo real no hicieron sino reforzar una inalterable extranjería. Antes de su muerte, Kersz reconocía que todavía la palabra patria le producía miedo. Al fin y al cabo, durante su adolescencia, era obligado a cantar canciones patrióticas con el brazalete amarillo de judío en el brazo.

No en vano siempre se definió como un enemigo interno de su propio país, que durante cuatro décadas demostró ser más cárcel que hogar. El sujeto que abandona el totalitarismo, que se representa como realidad única y absoluta, pierde la seguridad rodeado de alambradas: «Aunque sólo sea de forma simbólica, emprende un peregrinaje del que no sabe adónde conduce, pero del que si puede asegurarse lo siguiente: cada vez lo aleja más de cualquier posible hogar o refugio» (El Holocausto como cultura, p. 24).

Kertész afirmaba que los húngaros estaban muy lejos de considerar Auschwitz como el acontecimiento traumático de la civilización occidental, para pasar a considerarlo como un mero asunto privado de judíos esparcidos por el mundo. 

En consecuencia, para Kersz no existen diferencias conceptuales entre la experiencia del Gulag (soviético) y el Lager (nacionalsocialista); ningún totalitarismo de partido o de Estado puede existir sin la discriminación, y la forma totalitaria de la discriminación es necesariamente la matanza.

En Kersz los orígenes del totalitarismo nazi no están en la psicología freudiana, ni en el tradicional antisemitismo pagano germánico. Resultan de una infección moral en la definición misma del humanismo occidental durante los siglos xviii y xix. Es la ruptura cainita del legado ilustrado que pontificaba la igualdad jurídica de los judíos en Europa occidental tras la Revolución francesa; de ahí la naturaleza universalista del nacionalsocialismo y su carácter de enfermedad del espíritu europeo: 

El provocador de escándalos, el Caín moderno, el que elige la ruptura como motor de su dinámica del poder, es decir, el que quiere entrar en la narración enfrentándose a su espíritu enseguida pone el antisemitismo en la bandera de su rebelión. Es un símbolo universal y supone una llamada clara y abierta a involucrarse y a ser cómplice. Por tanto, el antisemitismo a través del crimen cometido contra los judíos, es un crimen cometido contra un contrato legal y contra el alma todavía muy receptiva y sensible a este contrato. Así declaró el movimiento nazi su aspiración a la universalidad; por otra parte, así se hizo inmortal su atroz crimen (ib., p. 61).

Adorno decía que después de Auschwitz no hay poesía; para Kersz el legado de Auschwitz es la infelicidad del ser humano por haber arruinado la posibilidad de cualquier proyecto de autonomía personal. Las posibilidades de catarsis en un mundo atomizado resultarían endebles, la tragedia griega o la creatividad del lenguaje. Con todo Kersz guarda en su relato un atisbo de esperanza. En nuestro mundo moderno o posmoderno nos dice: «Las fronteras no aparecen transcurrir tanto entre grupos étnicos, naciones y confesiones, cuanto entre concepciones del mundo y actitudes ante el mundo, entre razón y fanatismo, entre paciencia e histeria, entre creatividad y deseo aniquilador de poder» (ib., p.123).

 

Bibliografía

KERTÉSZ, I: Sin destino, Alcantilado, Barcelona, 2006.

Un instante de silencio en el paredón (El Holocausto como cultura), Herder, Barcelona, 1999.

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 Profesor Asociado de Sociología, Universidad Pública de Navarra (UPNA), España.

Contacto con el autor: inakiva@yahoo.es

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