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EGM.
marzo 2010 /
Publicación semestral. ISSN:1988-3927. Número 6, marzo de 2010.

Zapata, Miguel A. Revelaciones y Magias. Granada, Ediciones Traspiés, 2009.

Miguel Ángel Martín

Miguel Ángel Zapata es, seguramente, el más monterrosiano de todos los cuentistas españoles. No solo por la brevedad, también por la intensidad, por ese regusto irónico de oveja negra que ambos supuran. Cada cuentito de Zapata es el ala de la puñetera mosca contemplada a través del microscopio. Tremendo descubrimiento, Zapata… y el microscopio. La gama de colores descompuestos, los juegos de las líneas paralelas.

Uno lee y no se cansa de mirar en el fondo del detalle, el adjetivo preciso, el punto encarnado de la mosca, la precisión de la trama, la simetría de las antenas, el adverbio casual que todo lo cambia…

Se pasan las horas (y las páginas) y forzamos la lente de la maquinaria. Más, queremos más dioptrías, más aumentos, y entonces el cristal hace ¡crash! y aplasta la cabeza del insecto. Zapata pone “fin” y volvemos a las distancias cortas de la vida, a los tamaños vulgares de la realidad. Menos mal que las habitaciones están llenas de moscas y que Zapata es joven y tiene mala leche para futuras entregas. Mientras tanto, cada uno se entretiene como puede.

Revelaciones y Magias es un libro que consta de dos partes (no ha de extrañarnos, porque también los insectos son simétricos). En Magias,Zapata despliega su zoo y lanza dardos finísimos con punta de curare. Al lector, estos cuentos le llegan como picotazos. Aguijones en busca de la dulce sangre. Zapata, magnífico mosquito trompetero. Me confieso completamente agujereado, lleno de revelaciones por todas partes. Luego, irritado (lo confieso también), me voy a cualquier rincón para rascarme. Qué placer rascarse, aunque sea la capa de envidia sarnosa que Zapata me produce. Por cierto, en el libro no hay ni un solo prospecto que hable de las contraindicaciones. Son cuentos sin antídoto…

Después llega Revelaciones, y esta vez Houdini-Zapata se pone más serio y ofrece una colección de cajas chinas donde los textos breves siguen siendo picotazos pero esta vez encadenados, siguiendo el dibujo rojo de un corazón grabado aunque algo pocho. Uno lee Revelaciones y le queda el tatuaje de unos puntitos siempre rojos e irritados como el tiñoso resto de una culebrilla viral. Aquí, Priscilla es un personaje múltiple como la mosca (Me llamo Priscilla y me gusta ser zarandeada). ¡Ah, el picor! Priscilla, la mujer que para los relojes nada más rozarlos… Su partenaire la sufre, la disfruta, la contempla y ya tenemos el encaje de unos textos independientes, intensos, zapatistas, sí, pero tan actuales, tan posmodernos, tan vendibles (si no fuera porque los insectos como Miguel Ángel son alérgicos a los flashes).

Priscilla, esa gran dama de cuento es una mosca cojonera reencarnada y provocadora que nos está pidiendo a gritos “más microscopio, por Dios, más microscopio”, y nosotros, lectores viciosos, acercamos sin pudor nuestras lentes, un poco más en cada página, hasta hacer ¡crash! y romperla. Luego sólo queda esperar otro libro de Zapata.

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