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EGM.
marzo 2016 /
Publicación semestral. ISSN:1988-3927. Número 18, marzo 2016.

Rellotges en temps de pluja

Antònia Carré-Pons. Ed. Meteora
Irene Julve Nieto

Irene Julve Nieto

 

Rellotges en temps de pluja es una novela sobre el amor, pensada y medida, donde la estructura, los elementos que funcionan como leitmotiv (relojes y lluvia), los escenarios y los encuentros entre los personajes, se convierten en el armazón de una narración sólida. 

La novela nos narra cuatro historias paralelas de unos personajes atrapados por sus circunstancias y de las que, a medida que avanza la historia, consiguen salir más o menos airosos. Las tres mujeres (Julia, Rita y Poma) son clientas del mismo relojero, que se convierte así, no solo en uno de los protagonistas, sino también en eje de la novela, de punto de cruce entre las historias, que no llegan a mezclarse, solo se rozan. 

Como nos indica el título hay dos constantes que se repiten: los relojes y la lluvia. Los relojes simbolizan el amor en todas sus expresiones: el amor que perdura en el tiempo, el cariño al padre, el recuerdo del amor que se ha ido, el desamor... Son siempre un regalo de los hombres a sus enamoradas: el Lotus que a Poma le regaló su marido por un aniversario de boda, el reloj suizo que compra en Viena el relojero para regalárselo a su amada, la máquina París que es entregada a Rita como prenda de amor, la ratera de Julia que simboliza el amor a la familia pero también la cárcel donde se siente presa. La novela se convierte en un amplio documento sobre relojería, donde la autora nos ofrece datos y vocabulario sobre este tema con total naturalidad. 

La lluvia es premonitoria de sucesos trascendentales, momentos que cambiaran la vida de los protagonistas, recuerdos imborrables: nacimiento y muerte, accidente y violencia, enamoramiento y despedida. Y la lluvia nunca es la misma: puede ser espesa o fina, puede no estar presente pero ser un presagio con unas nubes que hacen que todo se torne gris. Y para que no olvidemos nunca estas constantes el libro está repleto de metáforas de tiempo y lluvia que en ningún caso resultan excesivas o empalagosas. 

Cada forma de vivir el amor, por lo tanto, cada forma de enfrentar los hechos que conforman la historia, es diferente. Por eso no es una novela de amor, sino sobre el amor, porque no solo vemos cuatro historias de amor completamente diferentes, sino que la autora nos da dos claves que condicionan a todos los personajes y que nos aportan información adicional para entender sus decisiones y sus miedos: los padres, la importancia de la herencia emocional, del concepto de amor que nos trasmiten nuestros progenitores y la forma que tenemos de relacionarnos con los demás; y las circunstancias del otro, a menudo complejas, por lo que siempre trae con él una carga, algo que le ata y le condiciona el día a día. 

Así, el relojero, quien tiene una relación fría con sus padres con los que apenas hay comunicación, es un tipo solitario que dice no creer en el amor, cuando realmente tiene miedo a sufrir, pues la única imagen que tiene del enamoramiento es la del tópico de la mujer castigadora hollywoodiense. Julia en cambio vive un amor de extremos: de la locura de huir de su casa hasta el desengaño cuando se ve presa de un hombre dominante y celoso. En este caso la relación con los padres se traduce en su valentía, heredada de su madre, y la violencia recibida es el reflejo del carácter del padre. 

Los personajes de Rita y Poma recuperan amores de juventud que se rompieron por la distancia. Pero sus historias son distintas. Mientras Rita ha fracasado en sus relaciones previas y el reencuentro con su primer amor es retomar una historia trágicamente truncada, Poma se debate entre ser fiel a su esposo fallecido o dejarse llevar y abrir de nuevo su corazón. Y en este caso vemos como a veces los hijos son lo contrario que sus padres. Los padres de Poma son una pareja liberal que han vivido el amor fuera del matrimonio sin complejos ni explicaciones. Así, la madre de Poma es una mujer abierta y lanzada, a la vez que Poma es más cortada y su visión del amor es más tradicional. En el caso de Rita y de su pareja Tadeusz, el respeto y el amor por los padres ya mayores es lo que les impide vivir plenamente su romance. 

Uno de los puntos más destacados de la novela son las escenas cotidianas que la nutren. Los personajes reflexionan comiéndose un bocadillo o tiñéndose el pelo. Eso los empuja hasta el lector, los acerca hasta tal punto que es muy fácil empatizar con ellos, visualizarlos y comprenderlos. 

La novela se estructura en capítulos, y dentro de cada uno hay un fragmento de la historia de cada personaje. En cada capítulo el orden de aparición de las vivencias de los personajes varía, lo que convierte la novela en una lectura muy dinámica, y acrecienta el interés ya que no sabemos de qué personaje se nos va a hablar. Además las historias transcurren paralelas, pero en diferentes tiempos, con frecuentes saltos al pasado para poder entender el presente, lo que ayuda al dinamismo. 

Aunque la obra está escrita en tercera persona, Carré usa en ocasiones el diálogo interior en primera persona para recrear la personalidad obsesiva y los cambios de humor del relojero. La autora también intercala narraciones literarias para que el lector se ponga en el lugar del personaje que es quien está leyendo o escuchando la historia, y así poder sentir o comprender lo mismo que este. 

Rellotges en temps de pluja tiene recursos bien pensados y originales, las historias que la conforman son una bastida para ofrecernos una tesis completa sobre el amor. Antònia Carré-Pons nos brinda una novela amena y entretenida, con un tono gris por el que se cuelan rayos luminosos de esperanza, repleta de amor cotidiano y real. Y es que es escribir no es solo crear, escribir es pensar. 

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