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EGM.
septiembre 2011 /
Publicación semestral. ISSN: 1988-3927. Número 9, septiembre de 2011.

Il mito dell’opera – Cesare Siepi. CD. ADD. BONGIOVANNI. 2006.

Francisco José Comino Crespo

 

Cesare Siepi (1923-2010) es seguramente unos de los mejores bajos de la segunda mitad del siglo XX. Su voz era de una belleza espectacular, un timbre de gran terciopelo con un color inalterable en toda la extensión de su tesitura. Un cantante mayestático a la par que versátil, de los que arrastran masas a los teatros. Tanto es así, que sus apariciones en auditorios como la Scala o el Metropolitan eran más que celebradas por el público que, sin duda, lo convirtió en uno de sus intérpretes favoritos entre todas las grandes figuras que solían ser invitadas a cantar en los principales coliseos operísticos.

Pero esa admiración trascendía a músicos de la talla del gran Arturo Toscanini, quien lo dirigió en una de las obras que lo hicieran mítico: el Requiem de Giuseppe Verdi. Todas las cualidades vocales antes expuestas, su fraseo y esa cuidada manera es esculpir el acento en cada palabra hacían que sus representaciones del compositor de Busseto fueran de referencia para cualquier intérprete de la cuerda de bajo. De entre todas se pueden destacar su Fiesco (Simon Boccanegra), su Silva (Ernani) y por supuesto, su impresionante Filippo II del Don Carlo verdiano. Aún así, la referida capacidad vocal de Siepi le permitiría cantar los roles mozartianos con igual éxito, adecuando su estilo a personajes tan dispares como Sarastro (Die Zauberflöte), Fígaro (Le nozze di Figaro) o Don Giovanni. Concretamente, de este último rol dejó un registro imprescindible, dirigido por el maestro Furtwängler y acompañado entre otros por los célebres Antón Dermota, Lisa della Casa y Walter Berry, que puede encontrarse en formato DVD.

El sello Bongiovanni lanzó, dentro de su magnífica colección “Il mito dell’opera”, en la que cabe destacar otros volúmenes como los dedicados a Cappuccilli, Manuguerra o Zeani, un soberbio recital dedicado al bajo milanés compuesto por grabaciones en directo en la década de los 50. No es, sin embargo, un recital al uso del cantante ya que si bien representa una buena muestra de su repertorio habitual, no se limita a los roles de mayor relevancia en su trayectoria. La grabación ofrece un recorrido desde el lied hasta la ópera, pasando por la chanson francesa.

Las dos piezas elegidas para comenzar la audición son arias de Jean Baptiste Lully. En ellas pone de manifiesto la morbidez de su voz, la suavidad en el fraseo, el timbre claro y sencillo, enfatizando la línea de canto que siempre le ha caracterizado.

En Schumann y Brahms, transforma su emisión dotándola de la ligereza propia de las voces liederísticas. Una dicción perfecta y una cuidada articulación musical demuestran el rigor con el que el intérprete afronta cada estilo.

Desafortunadamente, no hay muestra de ópera mozartiana en este registro discográfico. Hay que conformarse con un espléndido Per questa bella mano en el que pueden leerse reminiscencias de Don Giovanni. El bajo es un auténtico especialista en la vocalidad del genio salzburgués y esta aria de concierto es una buena muestra.

Mención especial merece el ciclo de tres canciones de Ravel, Don Quichotte a Dulcinée. Además de lo exigente en cuanto a tesitura, especialmente en el registro agudo, cada canción requiere un carácter, un estilo y una intención distintos. Ofrece una magnífica lección de legato en la segunda canción del ciclo, “Chanson épique”.

Si todo lo anterior hace interesante este recital, donde realmente se aprecia la magnitud del artista que nos ocupa es en el programa operístico que presenta. Cuando se escucha “Il lacerato spirto” o “Ella giammai m’amò” se comprende la auténtica esencia del canto del Novecento en general y del verdiano en particular. Sin duda estaremos ante unas de las mejores versiones históricas de cada rol, al menos en cuanto a las arias se refiere.

En los papeles rossinianos, Siepi se desenvuelve con frescura y con todo el squillo que su voz mostraba en su registro medio. Su lectura de “La calunnia”, que canta Basilio en el celebérrimo El barbero de Sevilla, es vibrante, ágil, sonora, creciente en intensidad y contundente en la explosión final.

Por último, merece la pena destacar su creación de Mefistófeles (tanto el de Boito como el de Gounod) donde demuestra el dominio técnico jugando con el color de la voz para conducir magistralmente el satánico baile alrededor del becerro de oro en la ópera Faust.

Siepi es un digno sucesor del gran Ezio Pinza y pertenece a una generación de grandes voces en la cuerda de bajo como la de Nicolai Ghiaurov, Bonaldo Giaiotti o la de Jerome Hines, entre otros. Este verano se cumple el primer aniversario de su fallecimiento y este disco deja testimonio del buen hacer del que sin duda es uno de los mejores cantantes de la historia de la ópera.

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