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EGM.
septiembre 2011 /
Publicación semestral. ISSN: 1988-3927. Número 9, septiembre de 2011.

Henry Matisse. Odalisca con pandereta (1925). The Museum of Modern Art, Nueva York. Colección William S. Paley, 1990.

Carolina Gilabert

 

A través de un complejo juego de líneas Matisse realizó esta composición dentro de una vertiente de ideas contrapuestas, entre lo dinámico y lo estático. Modelando la figura valiéndose de conceptos dibujísticos y escultóricos, centró esta etapa artística compositiva en el desnudo femenino.

La obra adopta un carácter monumental a partir de la enorme figura que, en primer plano, centra toda nuestra atención, ubicada en un interior sugerido con tonos alegres con el juego del trazo de líneas escultóricas como un mero hecho decorativo. La mujer y la música, dos temas ampliamente tratados en su trayectoria pictórica con un trasfondo psicológico grandioso.

Es curioso comprobar que el gran artista del fauvismo francés no tuvo como primer objetivo el Arte sino el Derecho, cursando los estudios y ejerciendo de abogado en Saint-Quentin. Fue a los 21 años cuando despertó su vocación artística tras leer un tratado de Goupil, formándose primero en la Academia Julien de París y después en la Escuela de Bellas Artes a las órdenes de Gustave Moreau. Durante esta frondosa formación comenzó a visitar con frecuencia el Louvre, avocando sus inicios hacia la pintura tradicional hasta que contactó con Pissarro, evolucionando entonces hacia el Impresionismo. Pero será el fauvismo el estilo que marque definitivamente sus trabajos, caracterizados por la simplificación del natural debido a la supresión de detalles y otorgando enorme importancia al color, que protagoniza la mayor parte de sus obras.

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