MENU
EGM.
marzo 2010 /
Publicación semestral. ISSN: 1988-3927. Número 6, marzo de 2010.

Acerca de Yo soy aquel espejo, de Jorge Castillo Fan

Julio Torres-Recinos

Hay mucho que decir de un poemario tan elaborado y tan bien logrado como éste del peruano Jorge Castillo Fan. Hay mucho que decir porque es un libro complejo donde el autor busca una expresión poética a una situación de pérdida vital. Dicho poemario se va a estructurar en torno a esta tensión, en la que al final, si bien es cierto que no se resuelve el referido problema de la pérdida, se llega a dominar el lenguaje, a encontrar salvación en la poesía.

La obra es, en realidad, breve. Tanto en el número de poemas como en el tamaño de los mismos, se ve que Castillo Fan ha dominado con maestría sus recursos para crear un poemario compacto en el que se comienza con el planteamiento del tema, su desarrollo marcado por una tensión tanto estilística como emocional, hasta desembocar en el maelstrom del poema final.

Lo que tenemos en estos poemas de Castillo Fan es una poética de avanzada en la que se evidencia un registro y un contenido poéticos muy bien trabajados. Es el poeta obrero de la palabra que se esmera por darle una expresión acorde a la emoción. Abunda en ellos una ruptura en la sintaxis así como un hermetismo que atrae al lector. El quinto poema es un buen ejemplo de estas características:

Cero que aúlla su color de nunca
Pulsa mi estar su dado incierto
la sombra interna donde corro
con el ritmo de un incendio
Tránsito más tránsito
Y en la sed
un nombre y un cielo
que no existen.

Como muestra de este hermetismo se puede citar del tercer poema: Chilla lo imbesado sus oscuros… el cual se cierra así: (La sorda soledad besa lo oscuro).

El hermetismo se consigue a través de imágenes muy elaboradas (y muy sugestivas) que a menudo son de gran complejidad. Estas imágenes son un placer para el lector por su originalidad, muchas veces lograda por la mezcla de dos niveles de la realidad, como el onírico y el fenomenológico, así en la imagen surrealista la muerte andando en los relojes del segundo poema. Llaman la atención los neologismos presentes en el poemario (lunan, desluz, nochescombro, impuerto), junto a la plétora de metáforas, metonimias y otras figuras de difícil clasificación.

Yo Soy Aquel Espejo es un poemario sobre el abandono, el desamor, la falta del ser amado, la soledad, el olvido, la búsqueda, el dolor, la ausencia, aspectos propios del ser humano moderno en el umbral de un nuevo milenio. Hay muchas imágenes relacionadas con la noche, la lluvia, el mar, la luna, el viento, las puertas y las ventanas. Además se da una dialéctica entre deseo y abandono, amor y destrucción, sol y lluvia, oscuridad y luz, ceniza y fuego.

La obra tiene un manifiesto carácter existencial. La emoción lírica está también marcada por una verdad vital, por un sentimiento auténtico de dolor y por una voluntad indómita de querer retener al ser amado. El olvido duele y el poeta dialoga consigo mismo para, a través de la práctica poética, encontrar una salida. Ése es el proyecto del libro: plasmar en el poema el dolor de la ausencia para, a través de ese volver a revivir, encontrar un consuelo. Lo dice en el primer poema: tejías un himno para no morir… el cual nos declara el objetivo de la voz lírica al embarcarse en la escritura. El poeta establece este diálogo con su otro yo, el yo que sufre y que necesita salir de ese abismo. Desde ese primer poema hay duda al preguntarse: ¿Blandías estrellas sobre el fango? Un poco más adelante sabemos en qué consiste el problema de la voz lírica:

En las ruinas de un abrazo
(…)
alguien impar
su patria al otro lado del olvido
(…)
noche noche nochescombro. (Poema 2)

En los siguientes cinco poemas (números 3 a 7) predominan los sentimientos de negación. La voz lírica no encuentra otra salida sino volverse sobre sí mismo, como dice en el séptimo poema: Abro la ventana / la ventana que da a mí / (…) / te llamo / y punto. El noveno poema ocupa una posición central tanto en el nivel del contenido como por la experimentación con el lenguaje a que da inicio. He aquí los últimos versos:

…(tal vez soy un espejo
sobre esta herida que he llamado lengua)
El va
lazo del silencio
como un ciego mirándose a los ojos.

En el décimo poema ya la palabra ha tomado el lugar que merece en esta peripecia poética: El rayo fiel y el útero sin paz / La escritura al fin / todos los ojos. Los siguientes continúan describiendo el abandono, la falta de esperanza y, en definitiva, el pesimismo y el darse cuenta de que no hay retorno posible. La emoción se carga aún más, ha aumentado el sufrimiento hasta llegar al clímax del último poema –el más largo– donde sentimientos y palabras caen como una catarata, donde imágenes y sintaxis no pueden mantenerse firmes, y donde en un vertiginoso desmoronamiento el lenguaje se encamina hacia la destrucción, que aquí significa creación de nuevas palabras, nuevos significados. La voz lírica no muere sino que se salva al encauzar el dolor hacia la creación poética. La esencia de este poemario de Castillo Fan se articula sobre el lenguaje mismo, cuya preocupación es el lenguaje poético en sí como salida de una angustia existencial.

Yo soy aquel espejo nos permite apreciar el trabajo de un poeta que sabe por qué derroteros se dirige y que tiene conciencia de los recursos que un autor de nuestro tiempo tiene a su alcance. Para los lectores será un gran placer adentrarse en esta obra que, sin duda, es una contribución sólida al discurso poético contemporáneo del Perú.

Comments are closed.